Miles de sueños fusilados, sonrisas arrebatadas, condenas perpetuas para familias enteras. Futuros viajantes, comunicadoras, albañiles, artistas, deportistas, militantes a quienes les mataron cualquier esperanza. Hoy, como en cada Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil, los pibes vuelven a gritar y abrazar a sus familiares, que los recuerdan todos los días.
Acá están, más presentes que nunca: son los mismos pibes de gorrita que vimos crecer en los espacios de educación popular, y hoy son talleristas; son los mismos pibes que se criaron jugando en un potrero, y hoy son futbolistas; son los mismos pibes que este mes armaron las sorpresitas para el Día de la Niñez; son los mismos pibes que rapean en la plaza. Son los mismos pibes, sólo que algunos nunca más volvieron a su casa.