22 mayo, 2020
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En la vereda del Nunca Más

 

*Por Luz Olazagoitia, militante de la organización popular Causa e hija de Ovidio Olazagoitia, sentenciado en las causas de Feced II, III y IV por Delitos de Lesa Humanidad.

 

Hace una semana, el jueves 16 de mayo, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°2 de Rosario dictó la sentencia de la causa Feced III y IV, condenando a perpetua a seis genocidas y a otros cuatro a 22, 18 y 16 años de prisión. Además, se juzgó por primera vez en la historia a los crímenes sexuales como de Delitos de Lesa Humanidad, lo que es una victoria muy importante para todas las compañeras de los movimientos de Derechos Humanos. Cuatro de los genocidas que fueron juzgados ya fallecieron, y Ovidio Olazagoitia es uno de ellos.

 

Mi papá siempre fue una persona muy cruel, muy violenta y muy autoritaria. No se vinculó nunca desde la amorosidad con ninguno de sus hijos ni con su esposa. Siempre sospeché que estaba vinculado con la dictadura, no sólo porque fuera policía, también por sus comentarios y apreciaciones de política que lo posicionaron en un lado fascista. Estuvo involucrado en lo que fue la Triple A, que después en parte se recicló en la patota del Feced.

 

En 2012, cuando comenzó el juicio, a mi papá se lo llevaron preso y mi familia seguía dudando de la veracidad de lo que se lo acusaba. Se dejaban entrever relatos del tipo «pero el fue a una guerra» que hasta hoy se reproducen en algunos sectores de nuestra sociedad tratando de justificar el terrorismo de Estado. Desde Causa siempre acompañamos los procesos de juicio y cuando fue la sentencia de la Causa Feced II, eso no se modificó, por más que fuera mi padre quien estuviera ahí. Cualquier compañera o compañero del campo popular hubiese actuado de la misma manera.

 

Saber quién fue Ovidio Olazagoitia me hizo repensar la historia de mi infancia y adolescencia: repensarlo a él con un lente nuevo, poder develar todos estos secretos y todas estas angustias que venían acarreándose en mi familia; más desde lo privado pero obviamente sabiendo que lo personal es político.

 

Las sentencias a veces nos parecen medio cortas, a veces nos llenan un poco más, pero creo que como proceso de sanación y restauración para nuestra sociedad son super importantes; que el Estado pueda expedirse de la manera que lo hace, calificando ese momento de la historia como un genocidio. Argentina es un ejemplo para toda Latinoamérica, para todos los pueblos que también fueron víctimas de estos planes sistemáticos y que no han podido avanzar en nombrarlos, en juzgarlos, y condenarlos.

 

Que las hijas, hijos y familiares de genocidas también podamos levantar las banderas de los Derechos Humanos como propias creo que tiene que ver con haber sido contemporáneos a las Abuelas y a las Madres. Sus enseñanzas nos llegaron y las hicimos nuestras, más allá de dónde nos tocó nacer. Quizás hoy yo no sería lo que soy si no fuera por ellas porque el proceso identitario que me produjo ese ejemplo me hizo posible ser la persona que soy hoy.