11 abril, 2019
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La juventud que no pudieron desaparecer

Son las 8:15 y Lucía prepara mates en la casa de su mamá, en pleno centro correntino. “Gracias por venir, para mí es muy importante contarlo y reproducirlo, es una manera de que la memoria se mantenga viva”, nos dice.

 

Y las agradecidas y agradecidos éramos nosotros, que teníamos la posibilidad de entrevistarla y conocerla saber su historia, la historia de tantos y tantas que siguen clamando por justicia y verdad, valores faltantes en el proceso más cruento, sangriento y nefasto que atravesó nuestro país y en el que se violaron descaradamente los derechos humanos de miles de argentinos y argentinas.

 

 

 

 

Lucía Artieda tiene 18 años, es integrante de H.I.J.O.S. Corrientes y sobrina de Rómulo Artieda, correntino militante del PRT desaparecido en 1977 por las fuerzas militares en la última dictadura. Desde entonces su familia no dejó de buscarlo; su mamá y su hermano –también militante- fueron los primeros en hacerlo, y luego Lucía, que con sus jóvenes años relata que desde niña fue consciente de su papel en la búsqueda de los desaparecidos y en la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia. He aquí su testimonio:

 

 

“(…) tengo una historia personal que me acerca a los desaparecidos y a la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. En general, esa es mi lucha.”

 

– ¿Qué cercanía personal tenés con esta historia, con la lucha y con la causa?

 

 

Con la causa tengo una historia bastante cercana por la desaparición del hermano de mi papá, -mi tío-, en el ´77. Lo desaparecen teniendo 22 años, en la lucha por un mundo mejor, por una sociedad más equitativa. Esa es la cercanía que tengo, por un lado con los desaparecidos, y por otro lado por medio de mi abuela, quien fue una de las primeras integrantes de Madres de Plaza de Mayo, y quien junto a familiares y conocidos empezaron la lucha de la búsqueda de desaparecidos. Y algo que siempre recalco es que las abuelas y las madres son conocidas, o la cara visible de esa lucha, pero había padres, había hermanos, había primos, compañeros.

 

– ¿Me podes contar un poco más de tu tío?

 

 

Mi tío se llamaba Rómulo Artieda, desaparece el 14 de mayo de 1977 en Burzaco provincia de Buenos Aires. Si bien militaba acá, tenía que pasar a la clandestinidad porque tenía orden de captura. Primeramente se refugia con compañeros de su organización con incidencia gremial sobre el establecimiento Las Marías. Pero la represión cae sobre este sector con el saldo de dos detenidos-desaparecidos, Neris Pérez y Marcelo Peralta y las dos comisiones gremiales detenidas, lo que lo obliga a refugiarse en Buenos Aires, al menos por un tiempo ya que igualmente fue secuestrado en Burzaco. Existió un trabajo de inteligencia que permitió establecer las ubicaciones de algunos militantes, estos fueron seguidos, para buscar contactos pero no se los detenía en ese momento. Se esperó para detenerlos de forma escalonada ¿Para qué? Para instalar la duda entre los compañeros, querían instalar la sensación de quiebre en el partido, la sensación de “no vale por lo que estoy luchando porque mis compañeros me entregan”. Sin desconocer que pudieron existir casos en que dieron información bajo tormentos. Por eso era muy fuerte la militancia en los ´70, la seguridad de que tu compañero iba a dar la vida por vos, la convicción de que valía por lo que estás luchando porque no eras el único, y es eso justamente lo que los militares querían erradicar, hacerles pensar que estaban solos en esa lucha. Y eso es para mí aún más tenebroso, el trabajo de inteligencia que hicieron era tan grande que tenían muy pocas posibilidades de salvarse. Mi tío después de secuestrado en mayo del ’77, está unas semanas en Buenos Aires, presumimos que en Campo de Mayo y luego es trasladado con otra compañera, Lucinda Juárez Robles, al Regimiento de Infantería N°9 de Corrientes.

 

– ¿Cómo llegan a esos datos?

 

 

Por los testimonios de sobrevivientes de ese centro clandestino.

 

 

– Cuando me decís “estuvo de manera ilegal”, ¿A qué te referís?

 

 

A que él no aparecía como detenido, su nombre no aparecía, no hay registros de que estaba en la cárcel. Porque el centro de detención era clandestino, era ilegal. El no aparecía con ningún nombre, como muchos compañeros como los de Margarita Belén, por ejemplo. Hay ciertos nombres, como los de guerra, o nombres falsos que vos los podes seguir, pero hay compañeros que simplemente no aparecían, no se registraban, y mi tío fue uno de esos. Por eso creo que lo de él ya estaba cantado, que no se iba a salvar, que iba a morir.

 

 

– ¿Por la forma en que lo arrestan y desaparecen?

 

 

Sí, por un lado eso, y por otro, por su compromiso con la militancia. Una de las cosas que él hace y que para mí es bastante importante es que un compañero de Misiones se salva por él, porque mintió y dijo que ese compañero no estaba tan comprometido. Entonces, cuando lo ve a ese compañero de Misiones le dice: “yo dije esto de vos, decí esto, te vas a salvar”. Ese compañero de Misiones salió, pudo salir, y ese es uno de los testimonios más importantes también, su legado. El compañero dice: “Rómulo a mí me salvó la vida”.

 

 

– Con esa convicción de la que vos hablabas, de que tu compañero se va a jugar por vos.

 

 

Sí, claro. Y eso es justamente lo que querían sacar, porque había una cuestión de relación muy fuerte entre los militantes que era muy difícil romper, muy difícil pensar en que tu compañero se dio vuelta, que vos desconfíes de tu compañero, era tu compañero hasta la muerte, y era tu compañero sin dudas. Si bien uno no puede saber qué pensó en ese momento, yo creo que el pensamiento de mi tío fue: “esto es hasta la muerte y me la voy a jugar por lo que creo”. Es una de las cuestiones que yo me planteo siempre también: creían que ese era el camino, y no veían tan grande a la dictadura, no la veían con tanto poder. No digo que por eso se hubiesen achicado o hubiesen retrocedido, pero creo que entonces todo parecía más cerca, no se veía tan grande. No te parecía un plan sistemático, cuestiones que “con el diario del lunes” uno lo puede analizar con otra perspectiva, pero en ese entonces ellos no lo veían. Por eso muchos compañeros creían que hacían ese esfuerzo y lo lograban, ya estaba; pero no, era muy grande y hubo muchos errores también en la militancia por no ver esto, por no dimensionar.

 

 

“(…) no se iban a quedar en sus casas, eran jóvenes,
y el joven por naturaleza es revolucionario”.

 

 

– ¿No temerle a algo que se venía no? Al monstruo al que se enfrentaban. Tal vez si hubiesen dimensionado, buscaban otras formas.
Yo creo que no se daban cuenta. Por ejemplo, en el ´79 vuelven muchos Montoneros que pudieron salir del país, a hacer la contraofensiva. Creo que esa movida, por ejemplo no la hubiesen hecho si sabían, si todos habían entendido a quién se enfrentaban. Esos compañeros hoy hubiesen estado vivos. Por eso yo creo que no se daban cuenta de la gravedad, del poder y la inteligencia que manejaban las fuerzas, no se iban a quedar en sus casas, eran jóvenes, y el joven por naturaleza es revolucionario, pero tal vez tenían menos citas, lo estudiaban más, vaya uno a saber. Pero ellos entendían así la revolución, lo daban todo, lo dieron todo, el famoso “revolución o muerte” era así, tal cual y sin dudas. Siempre pienso que con los 30.000 que nos faltan hoy seríamos una sociedad mucho mejor, sería otra cosa. Nos faltan ellos, nos faltan sus hijos, nos faltan sus nietos. Eso marcó un antes y un después en nuestra historia Argentina, sin dudas. Veníamos de los sindicatos que empezaron a surgir, de los movimientos estudiantiles. Esa juventud, porque eran chicos de 20 a 30 años, esa juventud hubiese cambiado mucho las cosas, ellos querían hacer una transformación muy grande. Hay una generación que nos falta, con mucho compromiso social.

 

 

– ¿Cómo sigue el proceso de búsqueda? ¿Cómo encuentran el cuerpo?

 

 

A él no se lo buscaba específicamente, se busca a los desaparecidos, en general, o los que pudieron llegar acá a Corrientes. Empezaron esa lucha sin orientación de por dónde empezar, dónde pudo haber estado, por dónde ir. Muchos de los testimonios eran de personas ya grandes, que se olvidaban. A través de la investigación de la bicameral llegan a que en el cementerio de Empedrado había unos cuerpos que podían corresponder a desaparecidos, buscan los documentos, encuentran algunos porque no estaban todos y había que reconstruir lo que faltaba. Se encuentran con que había cuatro tumbas de cuerpos que en el ´77 unos malloneros habían encontrado en el río y lo habían enterrado en esos lugares. En 2006 se abren esas tumbas y empieza a trabajar el equipo de antropología forense. Al año siguiente identifican el cuerpo de mi tío y más adelante pueden identificar al “Bocha” Pereira y a Carlos Tereszecuk, los tres cuerpos fueron enterrados en el mismo lugar. La búsqueda sigue, se busca en Empedrado y en muchos lugares porque no se sabe dónde pudieron haber estado, se cree que hay muchos más cuerpos, pero mientras más pasa el tiempo se complica aún más porque la gente de ese entonces hoy ya está grande o ya no está, entonces la búsqueda se complica aún más. Y cada testimonio, por más pequeño que parezca, es importante en esta búsqueda. Porque los militares hicieron hasta lo imposible para ocultar todo.

 

 

– ¿Cómo llega a Empedrado el cuerpo de tu tío?

 

 

En el caso de mi tío no se sabe exactamente donde lo arrojaron pero sin dudas llega por el río, ya que tiene diferentes salidas hacia la costa, y una de esas salidas naturales es Empedrado, por eso el cuerpo llega ahí, pero los militares se deshacen del cuerpo más arriba. Los cuerpos tienen una característica para que no floten que es un corte en la panza sacándole los órganos, creyendo que con esto se llenaban de agua y se hundían. En realidad, se cree que el cuerpo primero se hundió y después recién en Empedrado flotó, dos o tres días tarda un cuerpo en flotar. Se piensa que lo tiraron acá en Corrientes y por la forma en que corre el río, muchos de los cuerpos de personas que se ahogan acá aparecen en Empedrado.

 

 

– Vos me hablabas de la bicameral que se forma en el 83; empieza la investigación y a través de testimonios llegan a ese lugar, el cuerpo de tu tío ¿Presentaba esas características de vaciamiento de órganos? ¿En qué estado se encuentra el cuerpo?

 

 

Sí, le habían sacado los órganos. Bueno, al momento de la exhumación ya son solo huesos, no hay muchas maneras de comprobar eso, pero en ese entonces cuando se los enterró, cuando se encontró el cuerpo en el río, el médico forense del pueblo -que estaba vivo al momento de la investigación en el año 2007- constató las características de los cuerpos: que estaba abierto en la panza (práctica usada para que los cuerpos se hundan) y uno de los cuerpos tenía un disparo en la cabeza, ese era mi tío.

 

 

– Una vez que encuentran los cuerpos ¿Le dan sepultura nuevamente?

 

 

Claro, una vez que sacan los cuerpos, se los llevan a Buenos Aires para hacer el reconocimiento, una vez hecho los traen y hay que encontrar un lugar para ponerlos. Es así que con el municipio, en ese entonces en 2007, se hace el Memorial del Desaparecido que está hoy en el cementerio San Juan Bautista; y se hace justamente para enterrarlo a Rómulo pero también para los siguientes, que tenemos esperanzas de encontrarlos. Posteriormente, se enterró a Lila Soto, una compañera de Corrientes que desaparece en Rosario y se la entierra también acá; su hijo también es militante de H.I.J.O.S. y compañero mío, Daniel Cian.
Después también se encuentra a otra compañera, que si bien no es correntina, tenía a sus hijos aquí. Y es un caso importante porque demuestra que era un plan sistemático: ella estaba tratando de huir de la dictadura y se escapa a Uruguay, luego de ser secuestrada en ese país se la traslada a Paraguay, donde finalmente encuentran su cuerpo. Eso es lo que a nosotros nos demuestra que fue un plan sistemático. Se recuperó su cuerpo, hoy la hija de ella vive acá y se lo pone en el Memorial también, son los 3 cuerpos hoy en el Memorial. Al Bocha Pereira no recuerdo justo ahora a donde lo llevaron; Carlos Tereszecuk era de Misiones así que se lo llevo allá.

 

 

Por otra parte, el año pasado fue un año muy lindo para nuestras búsquedas porque se dio la identidad de dos compañeros: Carlos Tereszecuk, que era uno de los cuerpos de Empedrado que estaba al lado de mi tío y que recién ahora se pudo llegar a la identidad porque presentaba características raras en el ADN. Y por otro lado, después, don Panta Romero, él era de Perugorría y la bicameral del ´83 lo saca del cementerio de Mercedes, y se había estancado la investigación porque en ese momento no habían equipos forenses como los de hoy, ni los químicos que se necesitan para el estudio de ADN. Eran 3 cuerpos que habían aparecido en el Río Miriñay, con características muy parecidas: atados con alambre y piedras para que no floten en el río. A ellos también se los entierra en el cementerio de Mercedes y los estamos buscando. A don Panta se lo saca en ese momento, pero hoy seguimos buscando a los demás, porque los tres compañeros desaparecieron juntos entre el febrero y marzo del ´76, dos en Perugorría y uno en Mercedes.

 

 

“(…) Me parece muy fuerte para las madres y los padre no saber si tu hijo te necesita, saber si está vivo o muerto, dónde está, no saber qué podes hacer por él o ella. Pienso que eso es mucho más doloroso que saber que está muerto (…)”

 

 

-¿Qué te queda a vos de todo esto que me contaste? Yo quiero resaltar que tenes 18 años y que tu vida estuvo marcada por la militancia y la búsqueda de Verdad y Justicia por tu tío desaparecido al que no lo conociste pero tu familia, tu papá y tu mamá, estuvieron muy ligados a su búsqueda. Entonces, preguntarte si le podes dar un cierre o no, porque todavía nos siguen faltando compañeros; pero ¿Cómo podrías resumir todo este proceso? Hablamos mucho y veo en vos mucha conciencia de que se tiene que saber la verdad y tiene que haber justicia, y me parece importantísimo que con 18 años estés peleando por esto. ¿Qué mensaje podrías dar?

 

 

Siendo sincera, tenía 7 años cuando se descubre a mi tío, por eso siempre digo, que una de las bases de mi familia era que no lo buscábamos solamente a él, sino que buscábamos a todos los desaparecidos. Mi lucha es posterior, no sólo buscando a los desaparecidos sino también a los hijos y a los nietos, a quienes queremos recuperar. Es la búsqueda por la memoria, la verdad y la justicia, pero también es mirar al presente, viendo el trabajo y el poder de las fuerzas de seguridad, buscamos en realidad que nunca más ocurra algo así, lo que tenemos que hacer es defender la Democracia, defender lo importante de la militancia, de los movimientos sociales. Resaltar lo importante que fue el proceso, aunque a algunas las personas no les interesen los desaparecidos, tienen que entender que lo más importante que tenemos es la Democracia. Nuestra lucha es por un lado encontrar a los desaparecidos para que puedan, por lo menos las familias, hacer el duelo que se merecen. Saber dónde estuvo, qué hizo, porqué paso, quién fue y a dónde. Me parece muy fuerte para las madres y los padres no saber si tu hijo necesita, saber si está vivo o muerto, dónde está, no saber qué podes hacer por él o ella. Pienso que eso es mucho más doloroso que saber que está muerto. Había madres que en el ´83, cuando se recupera la Democracia piensan: “bueno, ya van a venir” o “ahora van a volver”, y no sucedió porque sus hijos estaban muertos hacía ya años. Bueno, ese me parece el dolor más profundo que puede existir para una madre, padre, o familiar; no saber qué pasó. Seguimos luchando por eso, por saber qué pasó, por poder reconstruir la historia, lo que pasó con cada uno y cada una.

 

 

Eso por un lado, y a partir de ahí con la verdad de lo que pasó hace 43 años, tratar de instalar en la gente, en nuestra sociedad, que esto no puede ocurrir nunca más. Es lo que buscamos desde H.I.J.O.S. tratar de inculcar en las nuevas generaciones para no olvidar lo que nos pasó y que levanten siempre la bandera de que eso no puede volver a repetirse.

 

 

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