16 marzo, 2019
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La única lucha que se pierde es la que se abandona

 

* Por Macarena Sánchez, futbolista argentina.

 

La profesionalización del fútbol femenino que acaba de anunciarse no se dio mágicamente. El logro es todo nuestro, de las que hoy jugamos y de quienes empezaron este camino hace décadas, por bancarnos años y años de mierda. En enero pasado inicié acciones legales para que el Club Deportivo UAI y la AFA me reconozcan como trabajadora del deporte. A partir de eso mi vida dio un giro, para bien y para mal. Nunca pensé que por exigir mis derechos como laburante iban a amenazarme de muerte, recibiría constantes hostigamientos y que estuviera obligada a llevar un botón antipánico.

 

No podíamos seguir en estas condiciones, porque la mayoría trabajamos de otra cosa, estudiamos y entrenamos a la vez, sin tiempo ni plata para comer. Los viáticos que nos dan son muy bajos, no tenemos obras sociales y cuando nos lesionamos los clubes no cubren las operaciones. Hasta hoy estábamos viviendo una profesionalización escondida en el amateurismo: nos exigían como profesionales y nos trataban como amateurs, abusándose del amor que le tenemos al deporte.

 

Dijimos basta frente a la inequidad y la discriminación convertida en violencia. Entonces fuimos a fondo después de tanto tiempo en que se salieron con la suya sin hacernos contratos, acostumbrados a que callemos. ¡Pero ya no más silencio! Necesitamos acompañamiento del Estado con políticas públicas y no a través del desfinanciamiento o la privatización.

 

Más allá del logro tan importante, esto sólo es el primer paso: hay que seguir conquistando derechos por lo que todavía falta, sabiendo que no será sencillo porque las mujeres enfrentamos a todo un sistema, al statu quo y al machismo. Sin embargo, demostramos que la única lucha que se pierde es la que se abandona y, aunque seguiremos sufriendo grandes desigualdades, en ese cambio de paradigma, en esta batalla cultural y en esta ola feminista, vamos a seguir avanzando, peleando y sin dejar de jugar.