* Por Víctor Heredia,
para La Garganta Poderosa.
Siempre me impresionó la capacidad que tenía María Elena para definir la realidad poéticamente. La conocí cuando tocábamos en distintos cafés-concert y compartí escenarios en muchas oportunidades. Me emocionaba su forma tan poderosa de contar un mundo imaginario infantil y, a la vez, cautivar a los adultos. Recuerdo que me hizo una propuesta para juntarnos a componer pero no pude, me perdí la oportunidad y hoy, a ocho años de su partida, me sigo lamentando.
Mujer absolutamente sencilla y directa, no ocultaba lo que sentía y admiraba a la verdad, lo cual era maravilloso. Como intérprete de la música popular, se convirtió en una piedra fundamental para la construcción del edificio intelectual que tenemos las y los argentinos.
Y ahora, en esta realidad, cuánta falta nos hace su pluma.
Uno no puede hablar de quienes no están, pero no tengo dudas que si estuviese escribiría las mejores canciones sobre lo que nos está pasando. Es decir, estaría poniendo en papel y en música nuestra realidad económica, política y todo lo que es muy difícil no ver. Entre ello, la baja a la edad de imputabilidad, una verdadera atrocidad cuando ni se evalúan las condiciones sociales adonde el mismo neoliberalismo llevó a los chicos. No se trata de ser garantistas… Se trata de jóvenes de 15 años, de sólo pensarlo ¡me parece una barbaridad!
Siento orgullo de decir que mis hijos crecieron con sus canciones. Es sustancial que el pueblo la tenga presente como la valiente poeta y militante que era. Una de esas argentinas que le dio luz a nuestro país en una etapa tan oscura como la dictadura y que, si hoy viviera, nos estaría llenando de luminosidad e ilusión.
No te fuiste nada, María Elena.
¡Sigue viva tu canción!
