En el barrio Los Pumitas hace tiempo que nos preguntamos dónde está el Estado. Su ausencia hace temblar cada parte de nuestros cuerpos, nos moviliza y, de igual manera, nos organiza. Tenemos varias preguntas pero también varias certezas: no vamos a esperar que cumplan sus promesas, sabemos que las luchas en nuestros territorios las vamos a ganar unidas, que los propósitos que tenemos los vamos a materializar trabajando juntas, que frente a cada dificultad y barrera no estamos solas, porque ahora nos tenemos a nosotras.
Con ese empuje venimos elaborando proyectos, llenas de deseos y entusiasmadas porque dentro de muy poco, lo queremos decir, uno de ellos se va a cumplir: abrimos La Casa de La Mujer, un lugar con el que soñamos hace tiempo y para el que venimos trabajando colectivamente. Así que necesitamos manos, cabezas y cuerpos dispuestos a seguir construyendo el feminismo villero, para hacer frente a las problemáticas que nos toca atravesar por ser mujeres, pero sobre todo, por ser pobres y originarias, migrantes y disidentes, negras y villeras.
La Casa de La Mujer va a ser un lugar de empoderamiento. Vamos a coparlo de talleres orientados a la formación y a la recreación, de encuentros que nos fortalezcan para que se escuche bien fuerte nuestra voz, de herramientas para tirar abajo al sistema machista que nos quiere calladas y sumisas. Es por eso que apostamos al trabajo cooperativo, a cuidar la salud de nuestro colectivo, a la educación popular y a reivindicar nuestro espacio de resistencia, ¡la lucha es desde abajo y a conciencia!
Para construir este lugar también hacen falta materiales que nos permitan desarrollar cada actividad, y cómo con creatividad no alcanza, pedimos que colaboren con lo que consideren que pueda sumar a darle forma a este espacio: computadoras, mesas, sillas, estantes, ventiladores y todo lo que sirva para inaugurar La Casa de La Mujer. La urgencia es mucha y la plata, poca; así que cada aporte es fundamental.
En Los Pumitas, las mujeres ya decidimos: Vamos a luchar por concretar todos nuestros sueños a pura convicción y hasta el último ladrillo de la urbanización.
¡Súmate!
