15 junio, 2018
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Dispensario de Yapeyú: «Somos como un mini hospitalito desvalido»

 
Por Sandra Aciar, comunicadora de la poderosa asamblea de Barrio Yapeyú
 
 

 
 
La salud comunitaria se construye día a día desde los servicios que la Municipalidad dispone en los barrios de la ciudad de Córdoba. No es una tarea sencilla ya que es en los cuerpos donde repercuten los impactos de las crisis económicas, laborales, educativas y sociales provocadas por un Estado que decide hacerse a un lado. Para esta nota, entrevistamos a la médica generalista Dra. Cecilia Ledesma, a la psicóloga Soledad Eliceiri, a la administrativa Yolanda Cuello y a la enfermera Angélica Oliva, que se desempeñan en el Centro de Salud N°32 de Barrio Yapeyú. Allí, el equipo conformado por diversos profesionales ha asumido el compromiso con los vecinos, haciendo de su unión su fortaleza y reclamando como en innumerables ocasiones que se nombren más cargos para atender a esta demanda saturada. El apoyo de la comunidad se vio reflejado en las firmas de una de las tantas notas que elevan a los funcionarios responsables del sector.
 
 
 
El dispensario debería funcionar con dos turnos y dos equipos, pero sólo alcanza para el turno mañana, mientras que a la tarde sólo atiende un médico clínico que se encarga de abrir y cerrar, controlar la entrada y salida de pacientes además de la atención propia de su servicio médico. Por la mañana trabajan dos enfermeras, una administrativa, dos médicas generalistas (adultos, niños, embarazadas), una ginecóloga, una odontóloga para adultos y niños, y una psicóloga. También se cuenta con un agente de policía.
 
 
 
Se atienden 2570 historias clínicas, cada una por familia. Aproximadamente rotan por el centro de salud 20 mil personas, muchas bajo programas como por ejemplo control de niño sano, obstetricia, hipertensión o diabetes. La asignación de turnos se hace por día, algunos programados y el resto por eventualidades o fichas médicas.
 
 
 
La línea prioritaria que baja desde el municipio es “cuantitativa”, que es otra forma de decir “ver a la mayor cantidad de pacientes posible, sin fijarse en la calidad de la atención”. Como los profesionales son insuficientes en cantidad, deben asignarle no más de diez o quince minutos a cada persona, por lo que no se llega a conocer a las familias ni las problemáticas socioeconómicas que afectan su situación sanitaria. El tiempo tampoco alcanza para ir al interior del barrio para atender a los que no pueden ir por su cuenta. De poder hacerlo, encontrarían menores o ancianos en riesgo u otras situaciones para intervenir.
 
 
 
La mayor parte de actividades se reduce a lo asistencial, desnaturalizando  así el objetivo principal de los centros de salud barriales, que deberían ocuparse fundamentalmente de la prevención de enfermedades y la promoción de la salud comunitaria.
 
 
 
Este dispensario en particular se caracteriza por un equipo muy unido que se apoya mutuamente en la atención de los pacientes y que trata de llevar a cabo una política inclusiva ya que, al decir de su equipo de salud, “no se le niega un turno a nadie”. Inclusive algunos vecinos que se han mudado por razones diversas a otros barrios cercanos permanecen asistiendo al centro de salud para seguir el tratamiento con los profesionales de su confianza. Otros centros aledaños hacen valer lo que se denomina «zona programática» y exigen la cuestión domiciliaria para aceptar su propia demanda, sobrecargando así a este centro de salud.
 
 
 
 
Tampoco han logrado tener el equipamiento necesario para montar una sala de primeros auxilios. Los médicos utilizan sus propios instrumentos, pues el ajuste llegó a provocar el vaciamiento de materiales. En cuanto a la provisión de medicamentos, reciben el programa REMEDIAR de Nación que en líneas generales logran arreglarse con las necesidades de los pacientes, y comparten con diversos centros sanitarios las limitaciones en la recepción de vacunas que, si bien llegan semanalmente, en algunos casos no son suficientes para la gran demanda de la población barrial.
 
 
 
Mensualmente, arriba al establecimiento un dispositivo de testeo de enfermedades de transmisión sexual, todos los primeros miércoles, cuyos resultados se remiten a los veinte días. También con esa misma frecuencia llega al centro de salud un ecógrafo móvil. Se sacó un servicio de laboratorio ya que la derivación a la Asistencia Pública del centro desde hace muy poco cuenta con la programación de turnos para todos los servicios. Una prueba piloto por seis meses verá cómo esta dinámica denominada “turno amigable” resulta en la atención cualitativa de los pacientes.
 
 
 
 
La falta de profesionales para cumplir con un trato cualitativo por parte de los médicos ha provocado en varias ocasiones situaciones de violencia en el reclamo por parte de los no tan beneficiarios del servicio. “La gente se enoja”, señala la Dra. Cecilia Ledesma, generalista que asume función de pediatra, “y tienen razón: como no podemos atenderlos en el momento que necesitan, termina rebotando en una cadena. Yo me conformo con que la comunidad entienda que estamos haciendo lo mejor posible con pocos recursos porque esta población es muy grande. La gente siempre está pensando que el municipal no trabaja, que se toma su tiempo, pero no es así. Los médicos somos seres humanos los médicos, nos desgastamos mucho y nos desbordamos para atenderlos con calidad. Pero entre revisarlos, llenar la papelería, certificados del Anses o de la escuela no logramos conocerlos en profundidad”.
 
 
 
“Cuando la anterior pediatra se trasladó hacia otra dependencia tardaron seis meses en remediar su ausencia y recién se priorizó este reclamo porque la otra médica iba a salir de vacaciones, cuando se incorporó la Dra. Cecilia, quien como generalista todóloga se ocupa de atender niños y en caso de ausencia de la ginecóloga asume el control de embarazos, apenas ingresó volvió a quedarse el centro saturando a una sola pediatra”, afirman las médicas. La falta de personal en los centros de salud municipales de la capital provincial es histórica y sistemática: de los 99 centros de salud de la ciudad de Córdoba, sólo 23 cuentan con servicio de psicología y otros 21 con trabajadores sociales, los demás no cuentan con ninguno de los dos servicios. 
 
 
 
Cuando se reflexiona por las causas últimas de esta falta de nombramientos a pesar de reclamos, el equipo de salud señala razones presupuestarias, porque otras instituciones del mismo sistema, como el Hospital Infantil que no cuenta por ejemplo con suficiente personal de limpieza y de la misma manera que en los centros de salud, la demanda de pacientes no se ve satisfecha a pesar de la voluntad de los profesionales comprometidos con los pacientes.
 
 
 
Son las decisiones políticas y económicas las que afectan los servicios que se prestan en el terreno, convirtiendo a los vecinos en fríos números estadísticos de las planillas de control. Es el Estado, en este caso municipal, el que claramente lleva a cabo un ajuste, en línea total con la Provincia y la Nación.

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