Franco Amaya era un pibe con muchos sueños, ideas y proyectos. A sus 18 años de edad, trabaja y estudiaba, andaba en skate y estaba por recibir su título de peluquero. El 22 de febrero de 2017 había decidido ir a un baile de cuarteto junto a su primo, Agustín. Mientras se dirigían en su moto en busca de una camisa, al llegar a un control policial ubicado en calles Los Gigantes y Alem, de Villa Carlos Paz, recibió un disparo letal en su cuerpo.
Un año después, este jueves 3 de mayo, comenzó el juicio contra los policías responsables de su muerte, en la Cámara 11 del Crimen, en Córdoba Capital. Organizaciones sociales, medios de comunicación alternativos y personas autoconvocadas, estuvimos afuera de Tribunales brindando nuestro apoyo a la familia y repudiando, una vez más, la ilógica muerte de un pibe en manos de las fuerzas de seguridad, esas que deberían cuidarnos en nuestros barrios.
La familia querellante en la causa, exige cadena perpetua para el agente Rodrigo Maximiliano Velardo Bustos, quien disparó a quemarropa a Franco, a 50 centímetros de distancia, y que actualmente se encuentra preso en la cárcel de Bower.
La misma pena, exigen para José Ezequiel Villagra, el otro efectivo que estaba con Bustos acusado de omisión de los deberes de funcionario público.
Agustín, quien lo acompañaba en la moto en ese momento, dijo que cuando les pidió a los agentes que atendieran a Franco, ellos dijeron “que lo dejara ahí, que ya iba a venir la ambulancia para cargarlo, que no lo moviera”. Ambos oficiales luego de dispararle a Franco le negaron la atención inmediata que podría haber sido crucial en ese momento.
En esta primera jornada, prestaron testimonio Laura, la mamá de Franco y dos vecinos, Diego Reartes y Rosa Montoroni, además de su primo, quien iba en la moto con él al momento de ser asesinado.
La próxima audiencia tendrá lugar el lunes 7 de mayo a las 9:30, donde familiares y amigos seguirán firmes exigiendo justicia por Franco.
