21 mayo, 2018
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Ahí está. El pueblo chavista

 

* Por Atilio Borón,
para La Garganta Poderosa.

 




Desde que se convocaron las elecciones en Venezuela, ciertos sectores opositores la rechazaron, puesto que simplemente desean la salida del presidente Nicolás Maduro y, para eso, requieren de mecanismos violentos. A través de intervenciones financiadas y llamando a desconocer el resultado electoral, han sembrado este presente de permanente tensión, en sintonía con una crisis muy fuerte en la economía, originada por manejos ineficientes, pero también en buena medida por el bloqueo del gobierno estadounidense, que impone sanciones absolutamente arbitrarias.

 


El gobierno bolivariano no ha sabido predecir el comportamiento de ciertas variables económicas, es cierto, tal vez porque planificaba un escenario “más normal”, en un país donde no parece viable tal estado de tranquilidad: su gobierno está siendo jaqueado y hostigado salvajemente, en un contexto similar a nivel mundial, porque incluso economías más grandes, como la de Rusia, atraviesan similares problemáticas enraizadas en similares sanciones de la Casa Blanca.

Semejante serie de castigos, en una nación vulnerable y subdesarrollada como Venezuela, generaron muchas más dificultades, como parte del plan que sostienen los Estados Unidos para tumbar a Maduro, por una razón muy simple: aun con todos sus problemas, el chavismo implementó una política de recuperación de recursos naturales, contrario al programa que desean los consumidores voraces de petróleo, pese a su discurso de energías alternativas. Pues el oro negro seguirá siendo por mucho tiempo su combustible fundamental, en especial para su Ejército, contenedor de prácticamente la mitad de las fuerzas armadas mundiales. Ante tales condiciones, apoderarse del petróleo es un tema fundamental para ellos, sobre todo cuando lo tienen a tan pocos kilómetros de sus costas: de Venezuela a Houston, puede llegar en tres días y medio, cuando el proveniente del golfo Pérsico demora 40 días.

Entonces sí, los recientes comicios fueron muy importantes. A pesar del boicot de la derecha, Maduro ganó con mucha diferencia a su favor, mientras la reacción de la oposición retrata la vieja historia: cuando pierde, «hay fraude». La victoria del oficialismo plantea la necesidad de continuar avanzando en reformas económicas capaces de resolver el desabastecimiento. Y de resistir a una arremetida muy fuerte del imperialismo con sus medios de comunicación hegemónicos, que buscarán voltear al chavismo de cualquier manera. El senador Marco Rubio, legislador de la ultra derecha norteamericana, twitteó que todo fue una “farsa” y que “tanto Estados Unidos como la comunidad internacional responderán según sea necesario”. Así, confirman que están dispuestos a ejecutar la violencia para terminar con el gobierno electo por la voluntad popular, dado que no tienen legitimidad para vencer en las urnas.

Ahora, que Mauricio Macri cuestione las elecciones de ayer resulta, cuanto menos, insólito. No tiene ninguna autoridad moral: él mismo viene atropellando al Estado de Derecho, en un país con presos políticos, pisoteando el debido proceso y persiguiendo a periodistas independientes que no comulgan con sus políticas gubernamentales. ¿De verdad, justo Macri quiere juzgar al Gobierno de Venezuela? El presidente argentino no puede darle lecciones de democracia a nadie, ¡es una burla!

Pueden tergiversarla, ocultarla o demonizarla, pero ahí está la resistencia chavista, cumpliendo su rol histórico y fundamental, para el desarrollo regional. Ahí están los votos y allí estará el pueblo, en la calle, por todos lados, preparado para defender los derechos conquistados.

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