14 febrero, 2018
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La lucha tiene que ser colectiva

*Por Nancy Sosa, mamá de Ismael Sosa, asesinado por la policía de Córdoba.

 

 

El domingo 28 de enero hicimos un nuevo festival pidiendo justicia por Ismael, mi hijo, que desapareció el 24 de enero de 2015, cuando entraba al recital de La Renga en Villa Rumipal y apareció muerto el 26 en el Embalse de Río Tercero.

 

Había viajado al recital desde Merlo acompañado de su novia, que volvió al día siguiente creyendo que Ismael ya estaría en casa. Esperamos un día más por si volvía en tren pero no apareció, entonces asustados al enterarnos la terrible represión por parte de la policía que habían sufrido previo al recital, mi hijo Facundo y un amigo de Ismael viajaron a buscarlo. Al llegar la policía les negó información, aunque sabían a quién buscaban. Una mujer policía cuando lo describieron comentó “Ah sí, tenía un pañuelito así atado en la mano, de seda” ¿Cómo podía saber eso si no lo habían visto? Y como si fuera poco, los amenazaron cuando quisieron alquilar un camping diciendo: “si querés alquilalo, no sé si pasan la noche”. Volvieron por miedo, aún cuando un periodista del lugar les dijo que habían encontrado un cuerpo y que pregunten en la morgue, pero la policía les aseguró que no era Ismael. Al día siguiente, 29 de enero me llamaron dos veces, primero una oficial mujer que no se quiso identificar, asegurándome que el cuerpo era el de mi hijo, y después de la comisaría para que viajara a reconocer el cuerpo. Todo estaba muy poco claro, como es normal cuando la policía tiene algo que encubrir.

 

 

Ismael era fanático de rock, donde había una banda ahí estaba. También era muy artista, dibujaba, tocaba la guitarra, la armónica y escuchaba música todo el tiempo. Después de lo que pasó se me acercó mucha gente y me contó cosas de mi hijo que me hacían recordar su gran humanidad y rebeldía llena de libertad, la misma que le quitó la policía hace tres años. Salía de trabajar, se bañaba y salía a buscar cosas para la gente, juntaba útiles para los pibes que no tenían. Era un pibe muy solidario.

 

Ahora la causa que investiga la causa de su muerte esta cajoneada. Yo tuve que hacer la investigación, porque dijeron que iban a mandar a trabajadores del juzgado pero mandaron a policías a investigar. Primero se apeló por escrito, ahora quieren que nos manejemos por Messenger, parece un chiste. La gente de Rumipal me contó que la policía estuvo en la zona y amenazó a la gente, dijeron que si sabían o decían algo iban a terminar como mi hijo, ¿quién va a hablar así? Según dijeron Ismael se ahogó porque tenía un problema en los pulmones, y no era así, él vivía en bicicleta, se iba de Merlo hasta Núñez pedaleando. Su cuerpo tenía reventados los pulmones y el hígado, y la cabeza estaba toda negra pero el cuerpo todo blanco. Estaba estrangulado, y con marcas de quemaduras de cigarrillos.

 

La policía se maneja con toda impunidad porque está respaldada por jueces y fiscales. Pero cada vez somos más los que luchamos para que esto cambie. La solución tiene que ser popular, esto es lo que sirve, cuanto más somos mejor. Estas cosas siempre existieron, pero hoy hay más organización, cansados de no ser escuchados nos unimos y nos acompañamos entre familiares porque la lucha tiene que ser colectiva.

 

Pasó otro año más, y lo volvimos a recordar en nuestro barrio, con un festival reclamando justicia con muchas bandas de rock como le hubiese gustado a Ismael. Por él y por todos los pibes que sufrieron y sufren la represión estatal: ¡vamos a gritar, vamos a luchar!