21 noviembre, 2017
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El Corgorrazo

 

 

Curando el espanto o sanando la prensa cordobesa, entre tanto libreto y tanta promesa sobre el bidet, tirando pasos de cuarteto o volcando vasos de fernet, hay una cultura que sigue resistiendo a la mano dura desde los barrios, editando los calendarios que nos impusieron los diarios, para instalar un entrañable feriado de la alienación, una impostergable movilización de fiesta y protesta, que detonó hace ya 11 años, dinamitando gritos de propios y extraños. Contra la escarcha o la modorra, empuñando la Marcha de la Gorra, las barriadas dejamos huellas marcadas en el asfalto, poderosas caravanas con los puños en alto, cargados de euforia y apretados por una memoria que nunca fue primicia en los noticieros, esa que aún sale al encuentro de la justicia y de la verdad, cuando los villeros copamos el centro de la ciudad…

 

Y sí, desde entonces la represión nos viene llevando información a los pies, bailando y batallando por la derogación del Código de Faltas cordobés, esa herramienta de los militares para cubrir detenciones irregulares, formalizando el verdugueo bajo la figura de “merodeo”. Aludiendo a esa moral que conforma su falsa ética, el gobierno provincial ensayó una reforma cosmética, para engañar al periodismo, con otra dosis de cinismo: al manual para la violencia, lo transformaron en un genial «Código de Convivencia». Y no, no era un problema de nomenclatura: es una ley de la dictadura.

 

Pues ahora, mientras la caja recicladora pinta a Schiaretti con tenue amarillo, sigue retumbando el gatillo de la discriminación, 11 pibes baleados por sus códigos de exclusión, 9 chicos fusilados que los medios dieron por sepultados, 9 historias que no irán al noticiero, pero están atragantadas en la garganta del pueblo villero…

 

Ezequiel Varela, 16 años, 11/10/2017, Marqués anexo.
Juan Manuel Oliva, 25 años, 20/09/2017, Alto Alberdi.
Alejandro Nahuel Vega, 19 años, 25/7/17, San Lorenzo.
Emiliano Nicolás Mellano, 18 años, 3/7/17, 1º de Mayo.
Sergio Cuello, 28 años, 27/6/17, Altamira.
Edgardo Nicolás Martínez, 23 años, 22/3/17, Villa Adela. 
Franco Amaya, 18 años, 22/2/17, Villa Carlos Paz.
José Juncos, 26 años, 27/1/17, Los Cortaderos.
Raúl Ledesma, 31 años, 1/1/17, Los Cortaderos.

 

Valga el rigor de las estadísticas asambleísticas y barriales, frente al silencio de las instituciones oficiales que sólo aportan a la confusión general, a las miradas refractarias y a la voz del encubrimiento: para el Ministerio Público Fiscal, las detenciones arbitrarias bajaron un 82%. Todos los datos que arrojan al primer plano comunicacional son fantasiosos, mientras la cana echa mano al Código Penal para llenar calabozos o planillas con vecinos de las villas que siembran conciencia, desde la pasividad más absoluta, aunque los detengan por «resistencia a la autoridad». O por no robar para la yuta.

 

No son inventos, porque si no estarían en los diarios: son fusilamientos sumarios, por parte de una policía provincial que garantiza las armas plantadas para fraguar enfrentamientos, amparada por el Poder Judicial que administra sus sobreseimientos. Pues todo ese engranaje represivo nos barre bajo la alfombra de cada estudio televisivo, con la escoba letal de sus corporaciones, que tragan pauta oficial y vomitan operaciones, acallando el dolor cordobés: si no te callan con La Voz del Interior, te atan con Cadena 3. ¿Hasta cuándo nos piensan matar, con tanta solemnidad? No vamos a parar, hasta el Control Popular a las Fuerzas de Seguridad.

 

“Seguir movilizándonos es una forma de visibilizarnos, ante todos los abusos que existen y que en general no salen a la luz; ésos que involucran a la Justicia, la Policía, la política y los medios. Pues recuerdo haber caminado con mi hijo anteriormente, pero ya pasamos la marcha número 11 y todavía seguimos sin Facu. Por eso, es importante participar, para que no le ocurra a nadie más. ¿O por qué no bajo los brazos? Porque a mi rubio me lo reencuentro en las calles, cuando su espíritu está presente. Lo veo ahí, en cada cuadra, en cada bombo, en cada canción, saltando y gritando entre los pibes”, Viviana Alegre, mamá de Facundo Rivera Alegre, desaparecido en Córdoba, el 19 de febrero de 2012.

 

 

“Los familiares de víctimas de gatillo fácil tomamos a la Marcha de la Gorra como herramienta de visibilidad, frente a los medios que tergiversan todo, como lo hicieron cuando mataron a mi hijo y priorizaron replicar la versión policial sobre un supuesto tiroteo, que nunca sucedió. A Rodrigo lo asesinaron. Y en ese momento, llena de dolor, tuve que salir a desmentir todas las mentiras que habían instalado. Pocos meses después, encontraron robando un shopping al mismo policía que, drogado y alcoholizado, le había disparado… Por eso, esta Marcha hoy representa el único día que tienen los pibes de los barrios para llegar al centro y caminar tranquilos. Los demás días, son un calvario. Y por eso, para mí, debería realizarse todos los meses”, Gabriela Sanso, madre de Rodrigo Sánchez, asesinado por la Policía, el 19 de septiembre de 2015.

 

 

“Resulta demasiado evidente la complicidad de las fuerzas represivas, los medios de comunicación, el poder político y la Justicia. Pues acá, en Córdoba, se asesina o desaparece a los pibes por tener gorra, manipulando la información como se hizo con el caso Maldonado. Tras pedir justicia por Santiago, en la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil, la policía allanó once locales de organizaciones y partidos, incluido el nuestro… Y entonces sí, necesitamos frenar entre todos este nivel increíble de discriminación y de represión, si realmente queremos ser sujetos libres”, Elina Martinelli, Espacio Cultural La Bataclana, allanado el 31 de agosto.

 

 

“Los pibes pueden expresarse libremente, en cada Marcha de la Gorra, sin el hostigamiento habitual por parte de la Policía. Y entonces sirve para reclamar por los jóvenes muertos en casos de gatillo fácil, como mi hermano Lucas, de 13 años. Un pibe como cualquiera, de barrio, que tenía toda su vida por delante. Y hoy no está, por la responsabilidad del Estado. Mientras no tengamos justicia, nos verán siempre en la calle”, Vanesa, hermana de Lucas Rudzicz, asesinado por la Policía, el 23 de diciembre de 2016.

 

 
“El avasallamiento policial ejercido por un Estado que impone normas de discriminación racial, el ejercicio de la brutalidad policial y la vulneración de los derechos sobre los jóvenes, recibe como respuesta la resistencia popular. Y la Marcha de la Gorra es una muestra de magnitud de tal resistencia. Tal vez, así como mi viejo me definió al Cordobazo, podría decir que se trata de otra ‘expresión cuantitativa y cualitativa de la toma de conciencia de un pueblo oprimido, que intenta liberarse para construir una vida mejor’. Es la capacidad concreta, real y efectiva de organización que ostentan los jóvenes, frente al sistema imperante que cada día los excluye y los estigmatiza”, Héctor Tosco, hijo de Agustín, garganta del pueblo cordobés.
 
 
 
“Yo marcho desde hace años, contra el poder que le permite a la Policía de Córdoba tener la potestad de sentenciar a los pibes de los sectores más bajos. Sentenciarlos a muerte, sí, porque los pobres aquí no tenemos derechos: si mi hermana hubiera pertenecido a una familia con plata, de seguro habrían dado vuelta el mundo para encontrarla. Pero no, por nuestra clase social, debimos endurecernos. Erguirnos, endurecernos y salir a la calle, para encontrar la verdad”, Soledad Cuello, 
hermana de Yamila, desaparecida el 25 de octubre de 2009.
 
 
 
“Todos tenemos que salir a reclamar por los derechos de los pibes que andan con gorrita. Y sí, yo siempre digo que nuestra visera es mucho más linda que la policial, porque lo siento. Desde mi dolor, sigo luchando para que la causa por el asesinato de mi hijo Santino no se caiga, como tantos quieren que suceda. Y para que se le dé la condena correspondiente a Guillermo Torres, el sargento que lo mató, cuando tenía un año y 9 meses”, Federico Cabanilla, papá de Santino, asesinado por la Policía, el 22 de enero de 2016.
 
 
“La importancia de la Marcha de la Gorra está en la calle, donde finalmente podemos expresar todo el repudio que sentimos hacia tanta impunidad instituida y sostenida por un Estado represor. Han pasado 11 años ya desde la primera movilización y la seguimos haciendo porque vivimos en un país donde hay cada vez más opresión para las clases postergadas: a mi hijo, lo asesinó la Policía y recién tuve justicia 16 años después”, Rosa Martínez, mamá de David Moreno, asesinado por la Policía, el 20 de diciembre de 2001.
 
 
“Yo participé en la marcha este año, por primera vez. Pero que sea su undécima edición nos demuestra que hay un pueblo firme ante el aparato estatal y que no callará frente a ningún tipo de represión, ni gatillo fácil, ni Código de Convivencia Provincial. Desde el fútbol, como desde cualquier otro ámbito, es importante sumarse a la causa de tantas familias, para poder visibilizar esta realidad: ojalá, el año próximo seamos más”, Juan Cruz Komar, jugador de Talleres de Córdoba, militante en un comedor popular.

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