30 agosto, 2017
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Todos de local

Sin tribuna visitante, sin fútbol televisivo, sin periodistas deportivos, sin un mango del Estado, ocultos por los olímpicos de la juventud hacia debut en el corazón del barrio Fátima, las canchas no buscan dar lástima. Para su reinauguración se organizó un partido entre villeros, ambos equipos de Soldati, todos vecinos de la actitud más grosa: Sacachispas contra La Poderosa. Y los negros que trata de silenciar el estado, los que siempre prepararon sus intervenciones en cualquier estadio, esta vez se ponen la careta de los desaparecidos, presentando un partido de vecinos hartos de tantos femicidos, que luchan día a día contra el gatillo fácil y que al grito de un Haka único, piden con nosotros, por la urbanizacón.


 

 

Hace meses, el equipo de los cadetes y los juveniles de Fútbol Popular del Barrio Fátima, se cansaron de que la pelota se escape por los agujeros del alambrado, de que algún pelotazo amenace con partir el arco oxidado, que las gradas de los costados se vean abandonadas, y, principalmente, se cansaron de tener que jugar a ciegas, porque la noche no frena las ganas, y hasta la madrugada, la canchita siempre está poblada. 

 

Desde las asambleas de cada entrenamiento, se pusieron de acuerdo, y ante la ausencia y el abandono del estado, se organizaron para refaccionar y acondicionar sus canchitas. Hicieron bingos, rifas, ventas de comida, ferias de ropa, y con mucho esfuerzo, lograron juntar la plata para los materiales necesarios. Se pasaron la semana convocando a los vecinos y vecinas para ese gran día, una jornada que prometía cansadora y fructífera se aproximaba, se iban a necesitar muchas manos y muchas ganas, para que todos pudieran ver transformado el punto de encuentro más visitado, al son de la música, con comida e invitados especiales. 

 

 

Era hora del superclásico villero, ese que nunca anuncian en los noticieros, ese que se juega sin cámaras, el que se jugó en el corazón del barrio Fátima, la canchita de la quinta manzana; pero primero, como todo acontecimiento importante lo amerita, era necesario arreglar el potrero que recibiría ambos equipos locales: el de La Poderosa y el de Sacachispas. Mientras que el Gobierno de la ciudad se enfocaba en preparar todo para que la Villa Olímpica esté lista para los juegos Olímpicos de la juventud 2018, en el barrio se levantaban las banderas de unión popular y autogestión.

 

A las 8 de la mañana, el sol que ya asomaba, prometía una tarde de domingo poderosa, ya todos estaban despegando la cara de la almohada y la biblioteca popular Ni Un Pibe Menos esperaba la llegada de otra jornada intensa de trabajo voluntario. La rudeza de la mañana golpeaba los rostros todavía dormidos, la biblioteca se llenaba poco a poco de gente, herramientas, alegría y suspiros matutinos. Las réplicas se escuchaban como ecos. “Dejá de suspirar así que la canchita después la usamos todos”, se gritaban de punta a punta los pibes mientras hacían limpieza, dándose fuerza para arrancar la jornada, que sabían, se venía ardua, pero el solo hecho de visualizarla terminada, les inflaba el pecho. Así, compartiendo un desayuno de chocolatada y rosquitas, que prepararon las vecinas para darles fuerza, juntaron las energías y arrancaron el día.

 

 

La música sonaba, acompañando y dando ritmo a la jornada. Las horas pasaban rápido, el sol cada vez se lo sentía más arriba, más caliente, más alegre. Los vecinos curiosos miraban a través de la ventana de su casa o desde el balcón, los más chicos se acercaban curiosos y tímidos a preguntar qué estaban haciendo, y de a poco, se fueron animando a participar, madres, padres, amigos, hermanos, todos soñando con mejorar el barrio, con la esperanza de ver salir de allí flamantes jugadores y jugadoras de futbol, pero también con el cuidado que el nido de nuestro barrio merece, allí donde crecen y juegan día a día todos los chicos y grandes del barrio.

 

 

El sol ya bien arriba, anunciaba que ya era mediodía, desde la canchita el olorcito se sentía, Isabel y su hija, habían preparado la comida. Entre varios hicieron llegar, tratando de no derramar, una envidiable olla popular: los vecinos que ya empezaban a cansarse, no dudaron en soltar las herramientas y acercarse a la mesa, plato por plato, y sentados en ronda, compartieron un almuerzo, al son de risas y charlas. Entre anécdotas y recuerdos de jornadas anteriores, contagiaron ganas y charlaban de la canchita que soñaban, ansiaban que lleguen sus rivales, que terminasen el trabajo, y juntos la estrenasen. Panza llena, corazón contento, los empieza a correr el tiempo: ¡manos a la obra de nuevo!

 

Sonó el primer silbato, Daniela Mérida, referente de la asamblea, lo prendió para avisar que “los pibes de Saca están visitando el centro cultural”. Como acostumbran los pibes del club, no hicieron una entrada cualquiera, llevaban máscaras con las caras de quienes no están con nosotros, pero siempre aparecen en nuestras banderas: Luciano Arruga, Rodolfo Walsh, Juana Azurduy,  Julio López, Micaela Gaona, Araceli,Kevin y Kiki Lezcano. Eran las 16 horas y ambos equipos se acomodaban en la línea media. Antes que nada y primero que todo, se pusieron en ronda para pactar las reglas del fútbol popular: Sin arbitro con aire de superioridad y desobedientes del patriarcado porque las pibas también saben gambetear hasta el final. 

 

 

Las chicas copaban la ofensiva en la cancha y los varones se defendían de los pelotazos. Nadie quería perderse la oportunidad de jugar en la canchita con su equipo del corazón, por eso, antes de empezar, el equipo de La Poderosa decidió, que para que jugaran todos, cada diez minutos, iban a rotar. Los gritos de gol que resecaban las gargantas de todos volviéndolos un poco más afónicos. Los vecinos que se seguían acercando. La sombra de las casas comenzaba a tapar poco a poco la canchita, en un rato iban a estrenarse los reflectores que habían colgado esa misma mañana, la noche no los corría: esta vez la iban a ver claramente girar. 

 

 

Sonó el segundo silbato. Entretiempo. 

 

 

Todos al medio una vez más. Ambos equipos gritaban juntos un Haka que prepararon, una propuesta de unión y un pedido de furia para la urbanización: «Trabajo, luz, salud».

 

 

El tercer silbato daba inicio al segundo tiempo del partido, donde se definiría la tarde. En los alrededores esperaba el Director Técnico de Sacachispas, Norberto D’angelo, quien apostaba al fútbol popular. “Leí un cartel que decía que las mujeres tenían las mismas condiciones para jugar al fútbol que los hombres, me parece que es algo muy importante”, nos contaba sin despegar la vista del balón que parecía danzar en los pies de los jugadores. Cruzado de brazos, parado de lado al sol, concentrado en el partido,  Norberto D’Angelo, señalaba uno a uno a los pibes de su club para hacernos saber quiénes viven en Soldati “Acá están Chapi, Gonzalo, Marianito Closs, Dylan Ponce que son chicos de acá” contaba mientras se preparaba para gritar algún gol y sumaba el porqué de su intención de participar a lo que respondió “porque es la canchita de su barrio, es su lugar, los vecinos los conocen”. El final llegó. Todos estaban traspirados de tanto correr, afónicos de tanto gritar, riéndose de tanto joder. El partido terminó 2 – 1. Y La Poderosa se hacía con la victoria. Tras un aplauso de agradecimiento, los invitados se retiraban a paso lento, el día terminaba de caer, la oscuridad comenzaba a tapar y el frío hacia entrar a todos a sus casas. Reponiendo energías al calor del mate cocido con torta fritas, fueron dispersándose. 

 

 

La canchita se vació una vez más, pero esta vez amanecería distinta: rodeada por alambrado nuevo y entero, con arcos refaccionados, columnas coloridas y las reglas del Futbol Popular colgada de cada punta, para que todos y todas puedan jugar.

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