Regada con el amor de una Rosa que no se marchita, la memoria de David Moreno demostró hoy su fortaleza infinita, pues el alarido de la calle otra vez se volvió uno.
Todos juntos, gritando, como en el 2001.
Más de quince años pasaron, para que comenzara el juicio que todos pedíamos, y hasta el último día tuvimos que armarnos de paciencia, pues cuatro horas demás pasaron hasta que se dictara la sentencia.
Pero ahí estaban sus padres Rosa y Luis Eduardo, sosteniendo el recuerdo de ese pibe travieso, al que le gustaba pescar, que sacó casi todas las materias para pasar a segundo año de la secundaria.
Ese pibe, que fue testigo directo de los años de plomo, hoy se vuelve bandera en un juicio histórico.
A David, tampoco lo mató la crisis.
A David lo mató la Policía, ese Goliat de la impunidad que sigue entrando a nuestros barrios con los fierros de punta, a castigarnos por haber nacido pobres.
Doce años y 8 meses para el policía Cánovas Badra, autor material del crimen.
David tiene un poco más de paz,
porque ahora estamos un poco más cerca del Nunca Más.
