22 mayo, 2017
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Luz y Fuerza

Por prepotencia de trabajo y por la potencia que nace de abajo, hoy celebramos el Cumpleañazo del sindicalismo, las 87 vueltas al compañerismo del gringo que aturdió a López Rega, detonando un eco que brega todavía por salvar la rebeldía, para que ningún ser humano sea lobo ni bobo de su propio hermano. Y sí, nos quedó debiendo una tapa esa garganta, pero ese grito no se escapa, ni se atraganta con las protestas que alimentan la esperanza: dejó 30 mil respuestas, pero con éstas alcanza.

 

– ¿Dónde y cómo vive?

 

– «En una casa que construí con un crédito del Banco Hipotecario Nacional, un plan de cuotas a cincuenta años, que todavía estoy pagando, claro. Y es la única propiedad que tengo, hipotecada. Vivo prácticamente todo el día en el sindicato… Trabajo tanto como puedo».

 

– ¿Cómo es un día de su vida?

 

– «Bueno, me levanto a las 5.30, porque antes de las 6.30 ya estoy fichando en la empresa. Trabajo hasta las 13.30, almuerzo en casa si puedo, duermo una pequeña siesta de dos horas y a las 17 ya estoy en el sindicato, con los compañeros y la gente que viene. Atiendo también en la CGT y duermo muy poco, porque terminamos casi siempre a las 2 de la mañana».

 

– ¿Y sus ratos libres?

 

– «No tenemos».

 

– ¿Por qué casi todas las respuestas las da en plural?

 

– «Porque lo que digo no es exclusivo, ni particular. Yo no represento a una persona, sino a una posición colectiva».

 

– ¿Qué es la muerte para un marxista?

 

– «La supresión de un determinado equilibrio biológico, para la constitución de otros nuevos. A través de lo que es, uno se transforma en otros aspectos de la materia, cualitativa y cuantitativamente, porque el ser humano es dialéctico. Y al suprimirse el equilibrio de la vida, se convierte en otra cosa, o en un montón de cosas diferentes. Yo trato de ser consecuente con mis deseos y mi causa, sí, porque no me gustaría morir habiendo traicionado a mi clase».

 

Perseguido por la fuerza, preso de la luz y clandestino del destino, allá va entonces el mismo tosco de siempre, desequilibrando a la biología, dignificando a la materia y transformándose en un montón de cosas diferentes, todas consecuentes a esos deseos cada vez más urgentes, que hacen temblar a los CEOs de todo el país.

 

Que los cumpla, muy feliz.