9 abril, 2017
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Otro 9 de abril sin Maxi

 

 

Hoy tendría que estar con nosotros festejando sus 32 años, hoy tendría que estar tomando unos mates con su familia, hoy tendría que ir en su bicicleta al club de sus amores. Hoy tendríamos que gritarle: ¡Feliz cumple Maxi! Pero no podemos, porque Maximiliano Bonetti, con 22 años, fue desparecido el 23 de abril de 2007, en plena democracia. El 7 de agosto de ese mismo año, lo encontraron sin vida.

 

 

Su mamá Aurelia recuerda ese 23 de abril: “A las 16:00, estaba por ponerme a mirar la novela, me dio un beso, se tomó un vaso de Coca y me dijo: ‘ahora vuelvo’. Nunca pensé que ese sería el último día que lo iba a ver. Maxi era un chico inteligente dentro de su discapacidad y no tenía picardías. Creía que los chicos eran todos amigos”.

 

 

El 6 de agosto de 2007 un cazador de nutrias que colocaba trampas en el lugar conocido como la “Laguna del Chancho”, alertó a periodistas de una radio linqueña y no a la comisaria, sobre el hallazgo de un cuerpo. De inmediato se dio aviso a las autoridades policiales sobre la aparición de una persona semi-sumergida en un desborde de la laguna en las inmediaciones de Lincoln.

 

Maxi hoy tendría que ir en su bicicleta al club de sus amores

Jorge, el papá de Maxi, dijo que no fue necesario ver el cuerpo de su hijo: lo reconoció por la ropa y el crucifijo que tenía colgado.

 

 

La causa judicial, que en principio era averiguación de paradero, pasó a averiguaciones causales de muerte. No murió de manera natural, sino por causas violentas ya que en un  principio, se notó un golpe en su pecho.

 

 

La Fiscalía aún no pudo confirmar la causa de su muerte, y los resultados de la autopsia siguen desde hace años en la Oficina Pericial de La Plata. Su causa quedó “tapada” y desde 2009 no existe ningún tipo de información. ¿Qué esconde el cuerpo de Maxi?

 

 

Maximiliano está presente en nuestra lucha y la de su mamá, que lo recuerda día a día: “Lo recuerdo siempre con una sonrisa. Lo extraño muchísimo y daría mi vida por tenerlo conmigo. Tenía un corazón de oro”.

 

 

De Maxi no se habló, de Maxi no se investigó, pero a Maxi lo llevamos a cada marcha en nuestras banderas, en nuestros corazones, cada vez que vemos una bicicleta tirada, cada vez que mateamos con su mamá y cada vez que gritamos ¡NUNCA MAS!

A Maxi lo llevamos a cada marcha en nuestras banderas y en nuestros corazones

 

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