12 enero, 2017
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En Yapeyú, la sororidad siempre es más fuerte

*Por el Frente de Géneros poderoso de Barrio Yapeyú

 

Una nunca espera que pasen este tipo de cosas en tu barrio, pero hace tres días nos enteramos que una de nuestras vecinas fue violentada, ultrajada y violada por ese machismo patriarcal que se tapa la cara con una remera, se apodera de tu cuerpo y te deja tirada debajo de un puente, con la implícita complicidad de esos medios de comunicación que día a día te llaman “discapacitada” para restarle importancia a tu sufrimiento.

 

 

¿Quién les dijo a ellos que cuando una mujer anda sola por la calle, es porque quiere de su repugnante sexo, de su poca hombría, de su asqueroso machismo?

 

Tenemos el derecho a decir no y debe ser respetado. No importa la edad, la clase social, la religión, no importa si tenemos un título o si no pudimos terminar la primaria: podemos vivir en un barrio humilde o en el más lujoso country, podemos vestirnos con túnicas y velo en el rostro o usar la más disminuta pollera con un gran escote, pero nada de eso les da el permiso y el derecho a sentirse dueños de nosotras.

 

Queremos disminuir hasta eliminar todas las prácticas violentas misóginas y patriarcales que nos invaden, e intentan apoderarse de nosotras y de nuestro cuerpo, que nos quitan soberanía y que hacen de nosotras un objeto que se puede dominar y manipular.

 

No queremos que esto siga pasando, que nos sigan violando una y otra vez, porque no es solo la fuerza bruta, machista y despiadada del hombre la que nos viola, sino la de la justicia, la del Estado que sólo está presente para humillarnos cuando es su obligación ayudarnos y protegernos.

 

Repudiamos la fragmentación institucional e interna que lo único que hace es trasladarnos de un lugar a otro sin respuestas, o nos dan “soluciones” como: “Usted tiene una casa, así que no podemos derivarla a un refugio para que le den contención”, “Vuelva a su casa, vamos a enviar más patrulleros para que vigilen la zona”. Fundamentan que si la mujer no está en “peligro extremo”, no le corresponde una intervención grupal.

 

Nos preguntamos: ¿Hasta cuándo el Estado va a seguir haciendo de cuenta que no pasa nada?

 

Estamos cansadas de golpear puertas reclamando por nuestros derechos y que nos digan no tenemos, no sabemos, no podemos: sí tienen, si saben y si pueden.

 

Necesitamos  generar en nosotras y en la sociedad toda la conciencia colectiva de que somos mujeres, y como tales, debemos tener sororidad para sentir cada injusticia cometida contra nosotras, como si fuera propia.

 

Solo así podremos empoderarnos y luchar, exigir y seguir.

 

¡No queremos tener más miedo de ser mujeres!

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