17 noviembre, 2016
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«Mi hermano no tiene que ser un papel archivado ni una muerte más»

*Por la Asamblea poderosa de Villa María, Córdoba

 

Dirán que todo comenzó la noche del miércoles 11 de noviembre de 2014, cuando la policía cordobesa detuvo en la ciudad de Villa María a Joel Solá, de 16 años, por un supuesto hurto. Pero estarán equivocados: la verdad es que ni siquiera empezó con la sanción del Código de Faltas cordobés, ni con la creación de esa cárcel para pibes pobres llamada Complejo Esperanza, ni con los gobiernos de Unión Por Córdoba. Tal vez, habría que buscar las causas últimas del asesinato de Joel en esa constante criminalización de la juventud y la pobreza, que lleva muchos más años que cualquier ley, prisión o gobierno.

 

Rebeca (hermana), Gina (sobrina) y Maximiliano (cuñado) exigen justicia por Joel Solá, y por Carlos, su papá. Y así lo hará este viernes La Poderosa Villa María, que se suma a la Marcha de la Gorra, para que la impunidad no vuelva a ser cotidianidad en cualquier barrio: a las 17, nos vemos en Plaza Centenario.

 

En esa época, Joel vivía una pensión cercana al Municipio de la ciudad, con su papá Carlos, “el Pato”. Su hermana Rebeca recuerda cómo sucedió todo:Esa noche llegó la policía a la pensión, buscando un chico que había subido corriendo. “El Pato” no quería dejar entrar a la Policía, entonces le pegarojn un empujón y un puñete, lo tiraron arriba de la cama, empezaron a pegarle a Joel, lo bajaron por la escalara pegándole y se lo llevaron.

 

-¿Qué pasó después?

-Cuando se va a la policía, “El Pato” nos llamó, y mi mamá fue a la mañana temprano a verlo y le dicen que había sido detenido por hurto y que lo detuvieron para tomar resguardo porque estaba agresivo. Y que como él estaba en tratamiento por adicciones no le iban a hacer una causa de nuevo, sino que lo volvían a llevar al tratamiento. Adentro de la comisaría, a mi mamá le dicen que lo iban a trasladar a Río Tercero, pero a Joel le decían que iba de nuevo al Complejo Esperanza.  Y que no quería, porque había sufrido abusos anteriormente en esa institución. Además la jueza le había prometido a mi mamá que él no iba a volver a ese lugar.

 

-¿Y esa noche, terminó volviendo a Complejo Esperanza?

– Sí, ahí les dijeron que bajo esas circunstancias, no lo iban recibir. De ahí se van al Neuropsiquiátrico de Córdoba capital, donde lo inyectan para tranquilizarlo y volver al Complejo. Pero en el camino se empezó a sentir mal… Mi mamá les reclama que él necesitaba un lavaje estomacal, que no estaba bien, estaba pálido,  a la noche había tomado medicación y  la policía le habían dado algo para que se tranquilizara, porque dice que estaba muy nervioso. A todo esto ya se hicieron como las cinco de la tarde y nos vamos a casa a la espera que nos llamen y nos avisen dónde lo dejaban.

 

Pero la próxima llamada, que recibieron del «Pato» a las 2 de la mañana, llegó con la peor noticia posible: «Mi mamá empezó a gritar y yo no entendía, se levantó, agarró la moto y se fue a la policía, entró y empezó a preguntar dónde estaba. Joel acaba de morir: le dieron tres paros. Su último paradero fue el Hospital de Urgencias de Córdoba, donde dicen que murió a las 2:45. Pero ellos nos avisaron a nosotros a las 2».

 

-¿Y cómo siguió su reclamo ese día?

-Llegamos a los Tribunales de Córdoba, con todo el dolor en el alma. Había un policía sentado. Le dije que teníamos que retirar un cuerpo, y nos pregunta: “¿Qué? ¿El de ese pendejito?”. Nos dan un papel, que tenía la orden de autopsia y toda la farmacia entera de pastillas que le habían dado: clonazepam, alplax… eran tres reglones, más las inyectables. Imaginate: fue una bomba.

 

“Yo estaba de tres meses cuando el murió, él iba a ser el padrino, para mí fue muy duro. Fue el año que me convertí en madre por primera vez,  comenzando el  embarazo lo perdí a él, y cuando estaba por parir la perdí a mi madre que fallece de tristeza a los seis meses de mi hermano”, nos cuenta Rebeca. Lamentablemente, esta historia no termina acá. A  aproximadamente un año de la muerte de Joel, su papá Carlos fue detenido por la fuerza policial de noche en un bar.  Luego, en una celda de la comisaria de Villa María lo «encontraron» sin vida.

 

¿Cómo fue lo que pasó con Carlos, “el Pato”?

Fue como un baldazo de agua fría a las 7 de la mañana. La policía decía que se había colgado de las rejas. Es imposible por la forma de las rejas, él medía como 1,80 m, era flaco. ¿Cómo se puede colgar? Y después nos dijeron que estaba sentado en el piso ahorcado. ¿Cómo una persona se puede ahorcar sentada?

 

-¿Vos qué opinás?

Para la gente que lo conoce a él, sabe que no se ha quitado la vida. Era la misma guardia que estuvo la noche que lo detuvieron a mi hermano. Me dijo gente que estaba detenida en ese momento, que Carlos empezó a gritar “¡ustedes me mataron a mi hijo, son unos asesinos!”.

 

-¿Después de dos años, que sentís?

-Tengo miedo de que sea un papel más archivado, una muerte más. Pero nunca pierdo las esperanzas, porque así escuché de muchísimos chicos más que vivieron cosas parecidas y me duele en el alma porque sé lo que es ver a una madre sufrir: yo sólo pido que no le pase a otro.