24 noviembre, 2016
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Cien por ciento lucha

Hoy, los movimientos sociales y los trabajadores informales que venimos padeciendo los manotazos más virulentos del neoliberalismo, pero aun así nos unimos sin egoísmo, pero aún así nos movilizamos, pero aún así nos multiplicamos, no hicimos la reforma agraria, ni una revuelta revolucionaria, ni la patria socialista, pero tuvimos una pequeña conquista que nos obliga a valorar la convicción que decidimos desandar en un malón federal, hasta forzar la declaración de la Emergencia Social: un aguinaldo de 2030 pesos para 300 mil laburantes informales, el salto a 4000 para los programas laborales, la suba del 40% en las partidas para los comedores comunitarios, un 60% más para los merenderos precarios, un millón de canastas sin concesiones y un aumento de 30.000 millones, para la creación de Salarios Sociales Complementarios, que fortalecerán las cuerdas vocales de nuestros barrios, para que nadie acalle a la calle y para ponerle un freno a los ultrajes de las políticas salvajes que vienen sacudiendo a las más poderosas mayorías en beneficio de sus tenebrosas minorías, mientras siguen vistiendo las batallas perdidas de su bando, vendiendo como propias las medidas que se consiguen luchando. Por eso, no llegamos a ningún lado: el mercado tiene preso al Estado y no le mejora la vida a ningún laburante, pero el punto de partida ahora está más adelante. Hay que unir o atender cada diferencia admisible, en pos de construir el mayor poder posible, un poder que seguramente no podrá satisfacer las ambiciones sedentarias de tantas opiniones sectarias. Por más atractivo que se presente el infierno de los televisores o el cuaderno de los intelectuales, nada más inofensivo para el Gobierno que sus detractores virtuales. Pues si se trata de encontrar el camino para marcar bien los puntos, no habrá otro destino que luchar todos juntos.

 

Luchando, detonamos la paciencia oficial.
Luchando, declaramos la Emergencia Social.
Luchando, los veremos reconocerla.
Luchando, los obligaremos a resolverla.

 

Y sí, ellos creen que pueden robar la alegría o comprar la paz.
Nosotros, luchando, cada día somos más.