24 agosto, 2016
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Sangre y lágrimas murgueras

Por Agustín Fernández, murguero de Los Sedientos de Tulum, San Juan. 
 
 
Una fiesta que unió a murgueros sanjuaninos y porteños terminó en desastre porque, una vez más, la Policía tiñó nuestras levitas con sangre. Todo ocurrió el 14 de agosto a la noche, en el festival que realizamos para celebrar el aniversario de nuestra murga “Los Sedientos de Tulum”, de Albardón, San Juan.
 
El corso iba tomando color con los shows de varias murgas de San Juan y de Buenos Aires, que brindaron su show pese al constante “vayan cortándola” de los policías de la Comisaría 18° y del Comando Radioeléctrico. Ya más cerca del final de la noche se acercaba la hora de nuestro baile y crecían las ganas de compartir la alegría que sentíamos por cumplir un año más de fiesta, colores, lentejuelas, amor, fantasía, música y carnaval. Y así lo disfrutamos. Pero apenas terminó la función, mientras me bajaba de los zancos, ví que la policía discutía fuerte con tres pibes. Me apuré, porque se querían llevar a uno. Junto con otros chicos nos acercamos para frenar tamaña injusticia, que ellos se defendían diciendo que estábamos bebiendo alcohol en la vía pública, cuando no fue así. ¡Sólo fuimos a bailar!

 


 
Entonces decidieron pedir refuerzos. Cayeron más patrulleros y en seguida empezaron los tiros. No entendíamos nada… ¿por qué nos tiraban balas de gomas? ¿qué hicimos? «¡Hay nenes, nenas, mujeres embarazadas, ancianos!», gritábamos al tiempo que nos buscábamos entre nosotros, para ir juntos a donde estábamos acampando.
 
Así, mientras buscábamos a los compañeros que faltaban, vinieron unos policías a detenerme y me metieron al patrullero junto a otras dos personas. Desde el auto veíamos a la gente que corría desesperada y escuchábamos los tiros que disparaban al aire y al suelo. No les importaba nada… Había muchos heridos por las balas y los golpes. Había sangre y lágrimas sobre las lentejuelas.
 
Al compañero Javier, de la murga sanjuanina “Los desenfrenados del pueblo viejo”, le pegaron dos patadas, lo esposaron y se lo llevaron; a una compañera de Buenos Aires la arrastraron por varios metros policías masculinos y la golpearon y los que intentaron ayudarla también recibieron palos. Se la llevaron. No podíamos creer lo que nos estaba sucediendo. No podíamos entender tanta violencia.
 
Sin motivos reales detuvieron a 18 personas: doce murgueros, cuatro espectadores y dos chicos menores (uno no entró al calabozo y al otro lo llevan a la comisaría pero no queda detenido). Nos llevaron a un calabozo donde nos retuvieron desde las 2.30 hasta las 17 del día siguiente. Después del peligro y la violencia que habíamos padecido tuvimos que aguantar las burlas de los oficiales, que se reían de los compañeros de Buenos Aires porque iban a perder el micro. Así, sin motivos, pasamos toda la noche sin colchas, entre diarios y cartones. Una vergüenza.
 
Al día siguiente nos siguieron boludeando. «Salen a la mañana», nos dijeron, para después contestarnos que saldríamos al mediodía, pero tampoco se concretó. «Hay que hacer los papeles», «No hay red”, “No tenemos línea”, “Todo el proceso tarda”, fueron algunas de las excusas con las que nos tuvieron más de 15 horas privados de nuestra libertad.
 
La policía informó que había sido una pelea entre los murgueros, que estábamos consumiendo alcohol: mentiras totalmente refutables ya que hay testigos, videos y fotos que prueban que la represión policial se debió sólo a su intención de infundirnos miedo, a nosotros y a la gente que nos había venido a ver. ¡Pero bailar no es un delito y lo tenemos bien claro!
 
Lamentamos lo que ocurrió y sabemos que los más afectados fueron los compañeros de Buenos Aires, que vinieron hasta acá para celebrar y terminaron en una comisaría, injustamente. No es la primera vez que ocurre este tipo de avasallamiento que deja a la vista la violencia institucional que se ejerce hacia la cultura popular. Los malabaristas, murgueros, muralistas, payasos y demás artistas callejeros somos un blanco constante… Pero ya no más. Repudiamos todas estas formas de represión, como los atropellos y las detenciones arbitrarias que han sufrido los integrantes de la murga “Los soñadores del Parque de Mayo”, en San Juan, o los “Auténticos reyes del ritmo”, en Buenos Aires, entre otros episodios violentos que los medios no publicaron. Ya fue suficiente, no vamos a naturalizar este tipo de accionar de la Policía.
 
Queremos agradecerles a los compañeros del movimiento Murgas San Juan y a los representantes de otras murgas que se acercaron en el momento, para solidarizarse y para apoyarnos con abogados que defendieron nuestros derechos y metieron presión para que saliéramos.
 
También les agradecemos a los movimientos de murgas de todo el país que se unieron a nuestra lucha, organizándose para la marcha que se hizo el viernes 19 en cada provincia. Les demostramos que la cultura murguera sigue de pie, que vamos a seguir reclamando en cada una de nuestras canciones. No nos van callar ni a desanimar.
 
No quieren vernos reunidos, ni quieren que hagamos política. Según ellos no podemos debatir libremente, pero se llenan la boca hablando de cultura, inclusión e igualdad. A todos ellos les decimos: ¡LA CULTURA POPULAR NO SE REPRIME, SE DEFIENDE!

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