Había una vez, en Lincoln, una promesa de urbanización, que se transformó en una promesa de atención, que se transformó en una promesa de hábitat saludable, que se transformó en una promesa de luz y agua potable, que se transformó en una promesa de camión cisterna, que se transformó en una promesa de reunión eterna, que se transformó en una promesa de no mentirnos con tanta impunidad, porque hoy promocionan “un carnaval de verdad” desde la intendencia, mientras acá seguimos gritando una real necesidad y urgencia. Pues todas esas promesas que nos han hecho, no han logrado que dejáramos de ser “vecinos sin techo”, pero ahora prometen al pomo y al Rey Momo “para disparar un barrio mejor”… Todo muy prometedor.
22 enero, 2016
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Promesas bajo el bidet
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