24 agosto, 2010
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A los cinco vientos

Allá arriba, en la más alta cumbre de la Cordillera de los Andes, en el cielo de la justicia terrestre, donde la libertad es un cuerpo de gritos y movimientos, todo está blanco, helado, desolador. Alcides ya no cuenta con sus manos, moradas, hinchadas. Siente que pronto van a explotar. No lucen ensangrentadas por fuera, ni por dentro. Hace rato, el perverso congelamiento bloqueó las rutas de su circulación. Santiago lo mira. Y vomita. Las fotos mienten, la belleza no es tal. Sobre los huesos y la humanidad, siempre pesan igual el frío y la soledad. Pero en la cumbre de la resistencia, espera la gloria, para los hombres que no abandonan el peso de la memoria. 

Obama: liberá ya a los 5 héroes cubanos.
“Subimos al Aconcagua para exigir justicia y, tras 14 días, sin oxígeno y a 30 grados bajo cero, el cuerpo casi congelado nos dijo basta. Pero pudimos seguir, porque lo único que te lleva a la cumbre son los ideales”, asegura Alcides Bonavitta, un montañista neuquino que el último 9 de enero sólo miraba a su compañero, Santiago Vega. “Y lo veía deshidratado, vomitando sin parar. Su vida estaba en riesgo, y yo no sentía las manos, aunque me las mordiera. Ahí, pensamos en Los Cinco. Y avanzamos, hasta ver la curvatura del planeta… No pude ni llorar. Pensé en ellos, en Fidel, en Raúl, en mi familia. Y me puse a gritar.” 
Santiago vómito y vomitó, hasta que dejó de vomitar, a los 6300 metros, “sin más líquido, con náuseas y ardor. Me había hidratado derritiendo nieve, pero la térmica era terrible y, cuando se me cerraban los ojos, veía alucinaciones”. Ya dos veces había claudicado en el Aconcagua, pero esta vez reforzó el motor, con cinco cubanos de fuerza: “Había que luchar, por Los Cinco Héroes, prisioneros del imperio.”
¿Por quiénes? ¿Por qué héroes? ¿Por qué presos? Todas las preguntas posibles los asediaban antes de la gesta andinista. “Nadie de mi entorno los conocía”, confiesa Santiago. Y Alcides dice que “para explicar quiénes son, hace falta hablar de Cuba y de todos los atentados que sufrió en centros turísticos, que son su principal ingreso de divisas”. ¿Y entonces? “Ante el hostigamiento de la mafia amparada y financiada en Miami, Cuba envió un grupo antiterrorista, que logró desarticular muchos atentados más. La información recabada por ellos le llegó al FBI. Y sólo la usaron para condenarlos por espionaje. Ante la falta de pruebas, los acusaron de ‘intento de espionaje’, en un proceso judicial que tuvo sobornos comprobados y presiones de todo tipo.” ¿Y qué tiene que ver la contratapa de un Deportivo? Por qué la contra, lo explica Santiago, periodista: “Ni subiendo al Aconcagua logramos que Clarín o La Nación se hicieran eco de la injusticia.” Por qué en el Deportivo, lo explica Ricardo Alarcón, Presidente del Parlamento cubano: “Es necesario escalar montañas para gritar a los cuatro vientos la verdad de Los Cinco.”
Sus palabras hicieron eco en los andes. Y se metieron por las venas de Alcides, hasta las entrañas de Santiago. “La bandera tenía el logo de Los Cinco, pero el sociólogo Atilio Borón nos señaló que, ante la desinformación, se podía confundir con una marca de zapatillas. Y por eso, fuimos claros: ‘Obama, liberá ya a los cinco héroes cubanos’”. Al regreso, los recibió un abrazo y un desafío del embajador, Aramis Fuente Hernández: “Ahora, al cerro Turquino, de la Sierra Maestra.” 
Allá fueron. Del hielo patagónico, al fuego caribeño, ahora con la bandera de Fuentealba: “Para los neuquinos, Carlos es como Los Cinco, porque dio su vida por una causa. Y es nuestra herida abierta, porque Sobisch volvió a ganar”, enfatiza Alcides, que “en el Turquino, sólo pensaba cómo hizo el Che para subir ahí, con asma.” Aún se lo pregunta, mientras Santiago intenta explicar lo inexplicable: “Sierra Maestra es… no… no alcanzan mil Aconcaguas para equiparar los huevos de esa gente. Y conocer a las familias de Los Cinco fue lo máximo. Dos de sus esposas no pueden verlos, porque los Estados Unidos no les da la visa, pero eso no escandaliza a ninguno de los medios que pataleaba por Hilda Molina.” 
La diferencia, entre el duelo y la resistencia, está en el futuro. “Competiremos inspirados en el ejemplo de Fidel, de Raúl y de Los Cinco Héroes”, anunció Aimeé Hernández Delgado, al frente de la delegación cubana en los Juegos Olímpicos de la Juventud. Y desde el norte, donde la justicia intoxicada de La Florida no pudo probar el “espionaje” ni con una sola letra de los 119 volúmenes de transcripciones, cinco cubanos alientan ahora por carta. Antonio Guerrero, ingeniero, está construyendo conciencia, con su poesía. Gerardo Hernández aún hace caricaturas, evidenciando a la injusticia, más allá de los dibujos. Fernando González continúa hilando al mundo, desde las Relaciones Internacionales. Ramón Labañino todavía inspira cálculos, con la certeza del regreso, como buen licenciado en Economías. Y René González, más que nunca, oficia como instructor de vuelo, ya sin aviones. Ninguno cometió un delito. Ni fue una amenaza. Ni aceptó su libertad a cambio de reconocerse “espía”. Voluntarios contra el terrorismo, están secuestrados desde el 12 de septiembre de 1998, con condenas de 5 años a cadena perpetua. Tres tienen hijos. Cuatro tienen esposas. Y cinco tienen un pueblo que los está esperando.
Organismos de Derechos Humanos, 109 países y 10 Premios Nobel de la Paz, acompañaron el pedido de justicia de Gabriel García Márquez y Eduardo Galeano. Desde el arte, Manu Chao, León y mil voces más. Desde el espectáculo, Oliver Stone, Sean Penn, Danny Glover y mil caras más. Desde el deporte, faltan piernas, según Alcides: “Ojalá Maradona se haga eco y miles de montañistas se sigan sumando.”

Obama: free the 5 cuban heroes now.
Allá abajo, en las penumbras de distintas prisiones, en la tierra de la injusticia, donde la libertad es un cuerpo de silencio y cemento, todo se ve negro, helado, desolador. Cinco cubanos ya no cuentan con sus manos, moradas, hinchadas. Sienten que pronto van a explotar. No lucen abatidos por fuera, ni por dentro. Hace rato, el perverso congelamiento bloqueó sus rutas de circulación. La señora de la balanza los mira. Y vomita. Los medios mienten, la justicia no es tal. Sobre los huesos y la humanidad, siempre se sienten igual el frío y la soledad. Pero en la cumbre de la resistencia, espera la libertad, para los hombres que sobreviven bajo el candor de la dignidad.